Luciano
Méndez es Licenciado en Comunicación Social graduado en la Universidad Nacional
de Rosario, Argentina. El presente artículo una síntesis de su tesis de grado
titulada “El Entorno Hiperdimensional”, dirigida por el Dr. en física Oscar Sergio Zandron (IFIR-CONICET). En
2011 publicó el libro El entorno
hiperdimensional: conciencia y telepatía. Un enfoque transdisciplinario para
concebirlas como fenómenos en el hiperespacio" (Editorial Académica
Española). entornohiperdimensional@gmail.com
El
propósito de este ensayo es presentar una red de conceptos para concebir a la
conciencia, a Psi –y otros fenómenos relacionados–, como entidades y fenómenos
que existen o se producen en el hiperespacio, el espacio o entorno conformado
por cuatro o más dimensiones espaciales. Se elabora un marco teórico a partir
de investigaciones recientes realizadas en diferentes campos disciplinares,
como la física cuántica, la matemática, las neurociencias, la psicología, la
biología, la filosofía y las ciencias sociales.
Algunas
de las ideas centrales desarrolladas: el universo es multidimensional, con 10 o
más dimensiones, del cual solo percibimos apenas una pequeña parte, configurando
nuestra “realidad" limitada; la conciencia es una entidad hiperdimensional
que se extiende más allá del cerebro y es capaz de persistir luego de la
muerte; los fenómenos Psi como la telepatía y la conciencia global pueden
explicarse a partir de la naturaleza hiperdimensional de la conciencia y de las
relaciones interdimensionales.
Esta
perspectiva plantea nuevos objetos de estudio transdisciplinares y otra forma
de concebir la realidad y el ser humano.
Introducción
"Los
fenómenos ocultos existen y los consideramos extraordinarios porque aún no
dominamos su sistema operativo, pero en cuanto la ciencia lo consiga éstos
serán perfectamente asimilados por la humanidad". (Albert
Einstein)
La naturaleza
de la conciencia sigue siendo un misterio para la ciencia, y es uno de los
puntos clave para comprender las experiencias de percepción extrasensorial
denominadas de manera colectiva como fenómeno psi (Novillo Pauli, 1975). Sin
embargo muchos investigadores están comenzando a arrojar luz sobre este asunto.
Los aportes
provienen de muy diversos campos del conocimiento que surgen a partir de
objetos de estudio abordados de manera independiente por cada especialidad pero
que acaban trascendiendo los límites disciplinares y revelando puntos de vinculación
con otras investigaciones. Esta convergencia ha evidenciado que la comprensión
de los fenómenos de la conciencia requiere de un esfuerzo transdisciplinario.
Con esta finalidad, en años recientes han comenzado a construirse espacios de
encuentro como el Centro de Estudios de la Conciencia en la Universidad de
Arizona: su objetivo es reunir las perspectivas de la filosofía, las ciencias
cognitivas, la neurociencia, las ciencias sociales, la medicina, las ciencias
físicas, las artes y las ciencias humanas para avanzar hacia un entendimiento
integrado de la conciencia humana. Es único por su enfoque de amplio espectro,
ya que mientras otros grupos tienden a enfocarse en la neurociencia cognitiva,
la filosofía o en enfoques puramente experimentales, el Centro integra estas
áreas y plantea ideas creativas y novedosas que desbordan los límites
convencionales de la ciencia (ver http://www.consciousness.arizona.edu/mission.htm).
Entre los aportes
más significativos a la comprensión de la naturaleza de la conciencia se
encuentran los provenientes de la física cuántica: a nivel subatómico,
desaparecería la distinción entre conciencia y materia por lo que, de alguna
forma, la primera sería capaz de interactuar con la segunda. En investigación
paranormal este fenómeno se conoce como telekinesis o psicokinesis. Hay otros
fenómenos inexplicados que también pueden comprenderse desde la misma
perspectiva hiperdimensional, como por ejemplo las experiencias fuera del
cuerpo, las experiencias cercanas a la muerte, la clarividencia, la
clariaudiencia y la precognición. Todos estos son fenómenos derivados de la
naturaleza de conciencia, la cual no se trataría de un mero producto de la
actividad cerebral sino una entidad de naturaleza hiperdimensional. El neurocientífico
John R. Smythies, de acuerdo con estas tendencias en física, sugiere que el
organismo humano se extendería más allá del cuerpo e incluiría un módulo de
conciencia (un Ser subjetivo) ubicado en una brana propia (una brana es un
espaciotiempo de cuatro dimensiones encerrado en un espaciotiempo de más
dimensiones) (Smythies, 2003)
Desde
neurocientíficos, hasta físicos como Chamblin, Ashbourn y Herdeiro (1996a, 1996b), afirman que
nuestra situación es análoga a la de los habitantes de la caverna platónica:
somos seres confinados que solo percibimos sombras del mundo exterior y a duras
penas logramos comprender lo que realmente sucede a nuestras espaldas. Como
enuncian los editores del Journal of Consciousness
Studies, "el campo de estudios de la conciencia se encuentra en una
etapa muy temprana caracterizada por teorías rudimentarias, elementales, muchas
de las cuales probablemente sufran grandes modificaciones con el tiempo",
pero con el fin de realizar avances es deseable esta conceptualización amplia y
diversa que provoque un debate animado por visiones variadas, por ejemplo de
las ciencias cognitivas, la biología y la filosofía (ver http://www.imprint.co.uk/jcs.html).
La
comprensión de los fenómenos que intento abordar exige no sólo conocimientos
propios de psicología y de las ciencias sociales, sino también de las ciencias
naturales, de la física y de la matemática. El conocimiento transdisciplinario
se plantea como emergente de la superación de la disgregación de la ciencia, y
apunta a una comprensión intelectual más amplia y profunda, fruto de una
comunicación fluida entre especialidades.
La finalidad
y el propósito de mi tesis fue elaborar una explicación racional
mediante la construcción de un marco teórico capaz de objetivar esta ecléctica
constelación de experiencias (Méndez, 2011). Se propone un recorrido por investigaciones en
diversos campos de estudio como la física cuántica, las neurociencias, la
psicología, la biología, la filosofía y las ciencias sociales, a partir de las
cuales se construye un modelo transdisciplinario basado en las matemáticas para
concebir a la conciencia, a Psi –y a otros fenómenos relacionados– como
entidades y fenómenos de naturaleza hiperdimensional, es decir, que existen o
se producen en el hiperespacio (espacio o entorno conformado por cuatro o más
dimensiones espaciales). Conocer es configurar. De la configuración o entrecruzamiento
de miradas disciplinares emerge la perspectiva hiperdimensional como forma de
concebir la realidad y como posible recurso para iluminar el análisis de
multitud de fenómenos.
La
investigación científica requiere dar saltos creativos aún antes de contar con
evidencia irrefutable. Esta tesis presenta hipótesis aventuradas y con algunos
puntos que aún son nebulosos pero considero que las ideas centrales son
válidas: la conciencia es una entidad
multidimensional ubicada en el hiperespacio, en donde participa en procesos y
fenómenos como la telepatía, su vinculación al cuerpo material es
circunstancial y esto le permite subsistir luego de la muerte ya que somos
seres hiperdimensionales viviendo una experiencia tridimensional transitoria.
En los
últimos treinta años, la idea de las dimensiones adicionales pasó a representar
un papel central en las teorías físicas de vanguardia. Los físicos hablan de
10, 11 o más dimensiones según el modelo considerado. El físico Michio Kaku (1994) indica que ya
se han publicado más de 5000 artículos
relacionados con la teoría de las dimensiones superiores, mientras que Stephen Hawking (2002) afirma que “la idea de dimensiones
adicionales resulta muy excitante para nuestra búsqueda de un modelo o
teoría definitivos. Implica que vivimos en una superficie tetradimensional en
un espacio-tiempo de dimensiones más elevadas” (p. 50). Las nuevas dimensiones
son importantes para la física pero también para otras disciplinas: la
perspectiva hiperdimensional puede cambiar la forma en que concebimos la
realidad, la naturaleza, y el ser humano.
Por ejemplo, las
teorías espacio-temporales de la conciencia relacionan los rasgos geométricos
de la experiencia consciente con las propiedades geométricas del universo.
Randall (2005) postuló la existencia de un “Megaverso” un espacio hiperdimensional que contiene al universo. Asimismo, Rauscher y Targ (2001) desarrollaron la
teoría sobre universos múltiples que estarían contenidos en el megaverso.
También postularon la existencia de un espacio de ocho dimensiones donde
podrían producirse fenómenos como el de la visión remota, la capacidad de
obtener información de un lugar ubicado a gran distancia utilizando sólo la
mente. En consonancia, investigadores de
diferentes especialidades están llegando a conclusiones similares. Según
Hamilton (2008), la conciencia es una entidad independiente de la estructura
biológica del ser humano, que estaría anclada en el cerebro pero que se
extiende más allá de éste, en otras dimensiones.
Para comenzar
a explorar el espacio oculto de las dimensiones adicionales, se puede construir
un modelo que permita comprender fácilmente las implicaciones de las teorías
físicas que muestran que vivimos en un universo de más de tres dimensiones. Tal
modelo es el punto de partida para entender la naturaleza de la conciencia, y
diferentes fenómenos relacionados a ésta.
Desarrollo y conclusiones
1. La hipótesis del ser subjetivo hiperdimensional: 3 afirmaciones
basadas en 3 observaciones
Planteo esta hipótesis para resumir algunas
conclusiones del proceso de disgregación, análisis y síntesis:
Observación 1: Por medio de la
geometría se pueden describir espacios y objetos de n dimensiones. La física
teórica postula la existencia de diez dimensiones espaciales y una temporal. La
materia y el espacio-tiempo estarían inmersos en dicha dimensión.
Observación 2: La conciencia del
ser humano influye en los procesos aleatorios a nivel microscópico y
macroscópico. A nivel subatómico desaparecería la distinción entre conciencia y
materia.
Observación 3: Los relatos de
personas que regresaron a la vida luego de experimentar muerte cerebral durante
poco tiempo (“experiencias cercanas a la muerte”) guardan estrecha similitud
con lo que experimentaría un observador en la cuarta dimensión espacial (u otra
superior), ubicado a una corta distancia en dirección ortogonal a nuestro
espacio tridimensional.
Afirmación 1: Los átomos son
entidades de cuatro o más dimensiones espaciales, de los cuales sólo percibimos
su porción tridimensional.
Afirmación 2: Los organismos
vivos, al estar compuestos por partículas hiperdimensionales, poseen una
organización hiperdimensional de complejidad proporcional a la de la
organización biológica tridimensional.
Afirmación 3: Los fenómenos Psi se
derivarían de las propiedades de la organización hiperdimensional de los seres
vivos. La conciencia es una entidad hiperdimensional temporariamente asociada a
un cuerpo biológico que persiste más allá de la muerte.
A continuación
desarrollo algunos puntos que fundamentan la hipótesis anterior.
2. Un modelo para comprender las relaciones entre las
dimensiones espaciales.
El modelo
dimensional que propongo consiste en la confluencia de las tres afirmaciones de
la hipótesis recién mencionada. Para deducirlas utilicé, en esencia, la definición
geométrica de dimensión, teorías físicas sobre las dimensiones y razonamientos
por analogía y metáfora. El razonamiento analógico se ha utilizado ampliamente
en las ciencias naturales y sociales. El núcleo del modelo es la analogía de
tres términos conocida como “analogía
dimensional”, que permite analizar la forma en que (n – 1) dimensiones
se relacionan a las n dimensiones, y de allí inferir cómo n dimensiones se
relacionarían a (n + 1) dimensiones.
Las conocidas relaciones entre cuerpos de dos
y tres dimensiones (Foro) permiten explicar las menos conocidas relaciones
entre cuerpos de tres y cuatro dimensiones (Tema). Se aclarará el Tema por el
Foro. A partir de allí se verá cómo aplicar estas relaciones a fin de
plantear hipótesis explicativas para los fenómenos psi.
2.1. Foro de la analogía dimensional
2.1.1 Concepto de dimensión espacial
En matemáticas, la
dimensión es un parámetro requerido para determinar la posición de un objeto o
su medida. Un sistema que relaciona las dimensiones a las posiciones en el
espacio se llama sistema coordenado. La geometría cartesiana escoge direcciones
ortogonales en el espacio, es decir que cada dirección está en ángulo recto con
las demás. Las 3 dimensiones ortogonales del espacio se conocen como altitud,
longitud y latitud. La cuarta dimensión espacial, por lo tanto es la dirección
en el espacio con ángulo recto a las 3 direcciones observables. En el sistema
de ejes coordenados de la fig. 1, si medimos los ángulos entre los ejes z e y
encontraremos que tiene más de 90º pero comprendemos que esto se debe a la
deformación por la perspectiva en el espacio 3D. Sucede lo mismo con los
ángulos rectos entre w, x, z que están deformados por la perspectiva en el
espacio 4D.
Podemos pensar en la
forma en que indicamos el tamaño de un objeto, es decir, su longitud, su
anchura y su altura. Así, un plano es un objeto de 2 dimensiones: tiene
longitud y anchura pero no profundidad. Un cubo es un objeto de 3 dimensiones:
tiene longitud, anchura y profundidad. Un teseracto, o hipercubo, es un objeto
de 4 dimensiones: tiene longitud, anchura, profundidad y otra dimensión que
forma un ángulo recto con estas tres (ver Figura 2).
Se suele
emplear el prefijo hyper, (“encima
de”) para designar las entidades de más de 3 dimensiones. Así, el Teseracto es
un cubo de 4 dimensiones o un hipercubo. Lo mismo se aplica para el hiperespacio
(espacio de 4 dimensiones espaciales). Vale aclarar que las dimensiones como la
altura, la longitud y la latitud son dimensiones espaciales y el tiempo es la
única dimensión temporal. En la teoría de la relatividad se designa al tiempo
como la cuarta dimensión, pero el criterio aplicado en este enfoque es el de la
física de supercuerdas, que distingue entre 10 dimensiones espaciales y una
única dimensión temporal.
2.1.2. Flatland
En 1884, el
matemático Edwin Abbott (1884) publicó un
relato didáctico que ilustra la posibilidad de mundos de más dimensiones. Se ha
destacado por su aplicabilidad al diseño de gráficos computarizados, al
análisis de datos y a la física del siglo XX.
Flatland (“Planilandia”) es un mundo de
dos dimensiones, una superficie llana sobre la que seres planos de diversas
formas geométricas se deslizan, sin abandonar nunca ese mundo o imaginar
siquiera que pudiera existir algo distinto. Es una situación análoga a nuestra
perspectiva como seres de 3 dimensiones: si bien somos incapaces de
experimentar directamente la cuarta dimensión espacial, podemos concebirla
matemáticamente y estudiarla por medios indirectos.
Imaginemos un
mundo donde todos los seres son perfectamente planos. Conocen las direcciones
derecha-izquierda y delante-atrás, pero no tienen comprensión del arriba-abajo,
o sea, la tercera dimensión que forma ángulo recto con las otras dos y que no
pueden experimentar.
Todo lo que sucede
encima de Flatland permanece ignoto para sus habitantes. Si dos seres 3D con
forma de pera se comunicaran, las señales enviadas entre una y otra serían
imperceptibles –inexistentes– para los seres planos: jamás las detectarían
(Figura 4). Pero podrían deducirlas matemáticamente y, de manera indirecta, a
través del comportamiento de los seres 3D que establecen contacto su mundo
plano.
Si el ser
tridimensional le hablara a uno de los cuadrados, éste no podría identificar el
origen de aquella voz, pues no vería ningún ser en las cercanías, en su
realidad plana. Efectivamente, la voz proviene de un ser de otra dimensión,
fuera de su mundo. Pero puesto que el cuadrado no puede concebir la existencia
de una realidad tridimensional, podría llegar a creer que la voz proviene de
dentro de él. En tal caso se podría decir que el cuadrado experimentaría un fenómeno
de “clariaudiencia”, la experiencia de escuchar voces del “más allá”. Para los
seres planos, resultaría muy difícil diferenciar entre este suceso de
“comunicación interdimensional” y una patología psiquiátrica.
En este punto
podemos establecer una analogía entre Flatland y nuestro mundo tridimensional.
Si un ser de cuatro o más dimensiones nos “hablara” podríamos escucharlo pero
no verlo, pues no podemos dirigir la mirada fuera de nuestra realidad 3D.
Sentiríamos que la voz proviene de nuestro interior o sea, sería difícil
diferenciarla de la “voz de nuestra conciencia”. Si le damos un pequeño giro a
esta idea, podríamos plantear incluso que la misma conciencia es una entidad
hiperdimensional, una parte hiperdimensional de nosotros mismos. En efecto, numerosos
investigadores de la mente plantean que la conciencia es una entidad
hiperdimensional, un concepto que encuentra
sustento en el marco de la cosmología y la física teórica más reciente.
Recurriendo
al modelo de Flatland podemos ilustrar en forma esquemática que es posible
concebir a la telepatía como comunicación entre conciencias a través del
hiperespacio. Se trata de una primera aproximación rudimentaria, súper
simplificada, pero es efectiva como punto de partida. Si pensamos que un
cuadrado representa nuestro cuerpo 3D y una pera nuestra conciencia (entidad de
más de 3D) la comunicación entre dos peras tridimensionales sería equivalente a
la telepatía, pues en el plano el fenómeno se manifestaría como pensamientos
evocados simultáneamente en dos cuadrados distanciados (Figura 4). En el plano
no se evidenciaría ninguna conexión, pues la misma se produce a través de la
tercera dimensión. De igual modo, en nuestro espacio tridimensional es
imposible detectar algún tipo de conexión entre sujetos distanciados, pues la
misma se produce a través del hiperespacio de cuatro o más dimensiones.
Entonces, lo
único que indica la existencia de una conexión entre personas es la consonancia
en sus pensamientos y comportamientos, cuando se comprueba estadísticamente que
es imposible que hayan sucedido por casualidad: efectivamente, esto es lo que sugieren
los diferentes experimentos sobre telepatía llevados a cabo durante los últimos
50 años en todo el mundo.
2.2. Tema de la analogía dimensional
El experimento de Aspect, Dalibard y Roger (1982) demostró
que dos partículas subatómicas presentan comportamiento gemelo: si una
cambia su plano de oscilación, la otra también lo hará instantáneamente, aunque
se encuentre muy alejada de su compañera. Se comprobó que es imposible que una
comunique la alteración a la otra, pues cualquier señal tendría que viajar más
rápido que la velocidad de la luz. Como esto es imposible, se plantea que la
influencia no se produce a través del espacio tridimensional. Michael Talbot
(1992) sostiene que el descubrimiento de Aspect implica que la realidad objetiva
no existe, y ofrece sustento al modelo holográfico del universo del físico
David Bohm.
La teoría
holográfica plantea que, desde la perspectiva de otras dimensiones, las
partículas no son entidades individuales sino que están conectadas de forma que
se comportan como una única entidad. Las partículas subatómicas parecen estar
separadas debido a que sólo apreciamos una parte de su realidad. Y, como cada
cosa dentro de la realidad física está constituida por partículas, se deduce
que el universo entero es holográfico: esto significa que a un nivel más
profundo de la realidad, todas las cosas se encuentran infinitamente
interconectadas.
Siguiendo
ésta línea de pensamiento se pueden concebir, metafóricamente, a las partículas
como la parte visible de un iceberg que se oculta bajo la superficie del agua.
Representemos la vinculación entre partículas separadas como un submarino que
golpea los icebergs. El submarino es imperceptible para un observador en la
superficie, que sólo es capaz de observar cómo los icebergs se mueven
“misteriosamente” sin causa aparente.
Por supuesto
que la verdadera naturaleza de la relación entre partículas gemelas, si bien
aún es desconocida, seguramente es radicalmente diferente y mucho más compleja.
Incluso es posible que interpretemos a las partículas como dos entidades
separadas cuando en realidad se traten de una misma entidad (un mismo iceberg
conectado bajo el agua). La ilusión de separabilidad puede ser un mero producto
de nuestra perspectiva restringida y condicionada. Pero, lo importante aquí es
que, en esencia, se podría concebir que un fenómeno fuera de nuestra visión
(fenómeno ubicada en el espacio tetradimensional) es responsable de un efecto
medible en nuestro espacio tridimensional, entre objetos que sí podemos
percibir.
Hay varias
teorías que describen esta propiedad “holográfica” de la realidad en la que los
elementos de un sistema funcionan en consonancia sin que haya influencias conocidas entre ellos. Estas influencias “ocultas”
son la causa del fenómeno de “conciencia global”, según explican los
científicos del Proyecto Conciencia Global (PCG), que desde 1998 examinan las
“correlaciones sutiles que reflejan la presencia y la actividad de la conciencia
en el mundo” (Dunne & Jahn, 1992; Radin & Nelson, 1989). Se demostró
experimentalmente que la conciencia humana puede interactuar con sistemas
físicos finamente calibrados, como los generadores de números aleatorios
(conocidos como REG). Los análisis estadísticos sugieren que la voluntad puede
hacer que la secuencia de números producida por los REG deje de ser aleatoria.
Es como si intencionalmente pudiéramos cambiar, por ejemplo, la igualdad de
posibilidades de obtener cara o cruz en el lanzamiento de una moneda para que
en lugar de ser de 50% para cada una de ellas sea de 35% para una y 65% para la
otra. Esto sucede cuando las personas mantienen la intención de hacerlo, o
cuando se presenta un estado especial de conciencia grupal coherente. Los
resultados de la red mundial de generadores de números aleatorios sugieren que
los eventos importantes que atraen la atención de millones de personas afectan
la “conciencia global” y esto se ve reflejado en los fenómenos aleatorios, que
pasan a adoptar patrones no aleatorios.
Esta
influencia oculta, también se manifiesta en los experimentos de telepatía
llevados a cabo por la
Universidad de Princeton, entre otros. Uno de ellos es el
experimento Ganzfeld: dos sujetos aislados entre sí intentan intercambiar
información a través del pensamiento. Un sujeto se ubica en un cuarto en un
estado de relajación y ausencia de estímulos. Simultáneamente, en otro cuarto o
edificio, otra persona mira una fotografía o un video clip seleccionado al azar
de un banco de fotos o videos. Al final de la sesión, se le pregunta a la
primera persona si puede identificar, entre cuatro imágenes, cuál era la que
estaba viendo la otra persona. Si estuvieran adivinando, la tasa de éxito
sería, estadísticamente, de cuatro a uno. Sin embargo, los resultados de los
experimentos Ganzfeld realizados entre 1974 y 1985 arrojaron una significancia
estadística de un billón a uno (ver http://www.sheldrake.org/D&C/controversies/RSA_text.html)
Sin embargo,
pareciera que, ante estos resultados, en ciertos ámbitos científicos existiera “una
negación de la evidencia, una ceguera a la evidencia, una ignorancia deliberada
y gente que no quiere ver a través del telescopio de Galileo” (The Telepathy Debate, 2004), según expresó el
biólogo británico Rupert Sheldrake, conocido investigador y promotor de la
teoría de que las personas y los animales pueden
comunicarse por vía telepática (ver http://www.lagranepoca.com/25603-libro-the-science-delusion-parte-1-genetica-herencia-telepatia).
Sheldrake también manifestó que:
“es una barbaridad que en el mundo
científico exista este tipo de comportamiento, lo que creo que desacredita toda
la ciencia, que necesita basarse en la evidencia, no en el dogma. (...) Es un
tema tabú. Es extraordinario que científicos que claman ser los más racionales
de los racionalistas, se tornen extraordinariamente irracionales cuando abordan
el tema de la telepatía. De alguna manera, este fenómeno psíquico quedó en el
compartimiento de la ‘supersitición’ y desde entonces, se supone que la gente
racional no cree en ello. Creo que esa es la razón (como hecho sociológico) por
la que no encontrará artículos serios sobre esto en los diarios o en los
programas Horizon en la BBC ,
porque están más allá de los límites del discurso racional y la gente con
formación sabe que, al menos en público, deben negar la telepatía o no hablar
sobre ella. El castigo por hacerlo es ser tildado de crédulo, supersticioso o
estúpido y nadie quiere perder protagonismo intelectual.”
Sheldrake
sostuvo que los experimentos realizados durante todo el siglo veinte dan
resultados positivos y altamente significativos desde una perspectiva
estadística, por encima de lo que se espera por casualidad. En base a ello
podemos concluir que efectivamente existe una comunicación telepática débil
pero significativa. Así, a nivel de las conciencias de dos personas, hay algo
que funciona en consonancia, algo que muestra un comportamiento gemelo a
distancia: un fenómeno análogo al del comportamiento gemelo de las partículas
subatómicas.
Al igual que en los
sistemas de partículas gemelas, la comunicación telepática se establecería a
nivel hiperdimensional, tal vez a través de un medio como la noosfera (esfera
del pensamiento humano) que posibilita la transmisión de información entre las “extensiones
hiperdimensionales” de los seres humanos. Si toda partícula es como un iceberg,
cualquier estructura superior formada por ellas, cualquier organismo vivo (el mismo
ser humano) también posee una parte visible y otra oculta en el hiperespacio. A
su vez, esa parte hiperespacial sería la que interactúa con entidades puramente
hiperdimensionales que nunca ingresan al espacio tridimensional: la conciencia,
el cuerpo astral, el alma, que pueden manifestarse en nuestro entorno de manera
indirecta (como la actividad cerebral).
Otros
estudiosos de la conciencia como Rauscher y Targ (2001) coinciden con Smythies
al plantear que la conciencia puede describirse como una entidad
hiperdimensional y que dicha concepción permitiría explicar los fenómenos
“paranormales” como la visión remota y la telepatía. Estas extensiones
hiperdimensionales del ser humano interactuarían en el hiperespacio a través de
espacios o entidades de más de tres dimensiones, como la noosfera. La noosfera
sería un tipo de campo morfogenético, concepto planteado por Rupert Sheldrake (2003),
quien también defiende el concepto de que la mente se extiende más allá del
cerebro.
Los creadores
de estas teorías enfatizan que son hipótesis y que las predicciones que
proponen deben ser consideradas protociencia en lugar de pseudociencia, ya que
constituyen el primer paso necesario para realizar avances científicos (ver http://www.nationmaster.com/encyclopedia/Hypotheses-of-consciousness-and-spacetime).
Sin embargo, el tabú persiste: los trabajos sobre estos temas se siguen
censurado por ser considerados “pseudociencia” alegando que no hay evidencia
suficiente para sustentar tales afirmaciones. Lo curioso es que, con el mismo
criterio, también deberían censurarse los trabajos sobre universos paralelos.
Pero eso no sucede.
3. Aplicaciones de la analogía dimensional
Los
resultados del estudio estadístico de las alteraciones registradas por el
Proyecto Conciencia Global (Radin & Nelson,
1989) sugieren que, por lo menos, a nivel
subcuántico existiría una interrelación entre conciencia y realidad física. A
su vez, los experimentos Ganzfeld sugieren que existe una vinculación débil
pero significativa entre las conciencias individuales. Smythies (2003) plantea
que la conciencia es una entidad existente en otra dimensión.
Mi propuesta
de explicación consiste en relacionar estos conceptos y plantear que la
comunicación telepática se basa en el mismo tipo de vinculación que sugiere la
teoría holográfica pero que en lugar de producirse entre partículas subatómicas
se produce entre las conciencias -entidades hiperdimensionales- en el
hiperespacio, mediatizadas a traves de la noosfera.
En el espacio
de dimensiones superiores se encontrarían diferentes objetos
hiperdimensionales, que en la física de las supercuerdas se conocen como
“branas”. Nuestro universo es la superficie de una brana. La parte de las
partículas que está “sumergida” en el hiperespacio interactúa con las branas
dando origen a diferentes fenómenos. Nuestro cuerpo, un conjunto de partículas,
no se limita a la porción material 3D y 4D sino que consta de una brana propia
a la cual está conectada y que actúa como “módulo de conciencia donde se
alojaría el Ser subjetivo” (Smythies, 2003).
Este módulo
interactuaría en el hiperespacio a través de la noosfera, un tipo de brana o campo
morfogenético: una entidad hiperdimensional omnipresente que transporta y
almacena toda la información del pensamiento. Es a la vez un medio de
comunicación, un espacio de almacenamiento de información (una suerte de
registros akáshicos) y un entorno en el sentido planteado por Echeverría (1999)
en la Teoría
de los Entornos: sería el cuarto entorno, el de la comunicación
hiperdimensional.
Se puede
acceder a la información de la noosfera de modo consciente e inconsciente,
incluyendo los métodos de adivinación (cuya precisión varía según el método
utilizado y la capacidad del intérprete) y de acceso a diferentes estados de
conciencia, como por ejemplo las hipnosis autoinducidas que emplea el
psiquiatra Brian Weiss en sus terapias regresivas.
La
interacción de los seres humanos con el entorno hiperdimensional podría ser el
núcleo de un marco teórico para explorar una amplia variedad de fenómenos que
hoy se catalogan como paranormales, como la telepatía, la telekinesis, la
precognición y las experiencias cercanas a la muerte (ECM). Si bien abundan los
ejemplos sobre las ECM voy a mencionar uno particularmente ilustrativo. Existe
un procedimiento quirúrgico novedoso para extraer aneurismas críticos en el que
se lleva al paciente hasta un estado de muerte clínica por hipotermia inducida.
Se opera al paciente sin vida durante aproximadamente una hora y luego se lo
resucita. En esta operación, denominada “hypothermic cardiac arrest” (algo así
como “paro cardiaco por hipotermia”), se lleva la temperatura del cuerpo del
paciente a 15,55 ºC .
En ese estado, sus latidos y respiración se detienen, los instrumentos no
registran ondas cerebrales, y se le extrae la sangre de la cabeza. En pocas
palabras, el paciente está muerto. Pero tras extirpar el aneurisma, el paciente
es devuelto a la vida. Al regresar, algunos de ellos dicen haber escuchado
perfectamente los diálogos de los médicos durante la cirugía e incluso los
describen con sumo detalle, al igual que sucesos ocurridos durante la operación.
Muchos médicos
investigadores de las ECM, como Michael Sabom (1998) y Allan Hamilton (2008), entre otros, dicen que esto es un
misterio, porque durante la operación el electroencefalograma muestra
una línea absolutamente plana: ningún impulso eléctrico recorre el cerebro. Un
cuerpo muerto, absolutamente sin actividad durante una hora, es físicamente
incapaz de registrar nada. Entonces se preguntan ¿cómo es posible que las
personas escucharan y recordaran esos diálogos? Es posible si la conciencia no
está situada en el cerebro ni en otra parte del cuerpo, sino que es una entidad
hiperdimensional capaz de seguir existiendo luego de la muerte del cuerpo, el
cual sería apenas un medio a través del cual se manifiesta la conciencia.
4. El entorno hiperdimensional
Echeverría (1999)
postula tres entornos o grandes espacios sociales en los que se desarrolla el
proceso de la comunicación, cada uno con características y modalidades propias:
la naturaleza, la ciudad, y el espacio electrónico creado por las tecnologías
de la información y la comunicación. Se podría postular la existencia de un
cuarto entorno localizado en el hiperespacio, es decir, en el espacio
hiperdimensional adyacente al espacio tridimensional. En ese entorno estarían:
el campo morfogenético de la noosfera, la prolongación hiperdimensional de los
cuerpos físicos inmersos en nuestra realidad tridimensional, los objetos
hiperdimensionales (branas) asociados a los cuerpos físicos 3D. El alma sería
un tipo de brana vinculado a los organismos vivos.
El concepto
de cuarto entorno y el modelo dimensional pueden contribuir a una base teórica
para explicar las experiencias psi, que serían formas de “interacción
hiperdimensional”, comunicación en el cuarto entorno, entre personas y con el
ambiente, a través de los campos morfogenéticos y/o por otros procesos aun
desconocidos.
Pueden
explicarse una multitud de fenómenos apelando al carácter hiperdimensional de
la realidad, desde un enfoque científico transdisciplinario. No solo los
fenómenos paranormales, las ECM, y la mediumnidad (comunicación entre seres
humanos y entidades que no pertenecen al plano de existencia físico donde nos
desenvolvemos), sino también la naturaleza del alma y otros conceptos
espirituales.
Por ejemplo,
la omnipresencia. El entorno hiperdimensional, pese a ser
"imperceptible", es omnipresente. Se puede esbozar una definición de
la omnipresencia para un espacio determinado: “Para un espacio E de “n” dimensiones, una entidad A de n+1 dimensiones
es omnipresente a E si desde cualquier punto de E se puede acceder a A
al desplazarse una distancia x en al menos una de las direcciones ortogonales a
las n dimensiones que determinan al espacio E.” Un libro colocado en forma
paralela a una hoja, a una distancia de un milímetro de ésta, es omnipresente
para la hoja, porque desde ella se puede acceder al libro al elevarse un
milímetro en la dirección del eje que forma un ángulo de 90 grados con la
superficie de la hoja. Sin embargo, el libro no puede ser visualizado ni
alcanzado por ningún hipotético ser plano que habite la superficie de la hoja,
pues no puede desplazarse en la tercera dimensión.
A su vez, de
la definición de omnipresencia se deduce que un observador posicionado en la
dimensión de mayor número (dimensión 10, 11, o superior, según la teoría
empleada) sería capaz de verlo todo, y sin embargo sería imperceptible para los
observadores de las dimensiones inferiores: en cierto modo sería omnisciente
merced a esa situación de panoptismo absoluto.
La noción de
omnipresencia no es una idea alocada, sino una deducción matemática. Se debería
analizar con mayor profundidad los conceptos espirituales presentes en las
religiones. Esta explicación matemática de la omnipresencia hace que la idea de
una entidad omnipresente sea perfectamente concebible, como una entidad de 11 o
más dimensiones, omnipresente, omnisciente y omnipotente.
5. Entornos y Marcos Temporales
La naturaleza del tiempo y cómo opera en diferentes entornos
dimensionales es otro punto clave para interpretar desde la clarividencia hasta
la inmortalidad del alma: ¿Es el tiempo una dimensión lineal o fractal? A nivel
macro nos parece lineal, pero en el reino subatómico parece ser fractal, -una
suerte de línea con invaginaciones enmarañadas- cuyo discurrir parece violar la
secuencialidad pasado-presente-futuro.
Pim van Lommel (2012) afirma que sus
experiencias son recurrentes y concurrentes: confluyen tiempo -pasado, presente
y futuro: tienen visiones- y espacio en sensación de unidad. Y esos testimonios
de cada día coinciden con los relatos de la mística y las visiones de profetas,
gurús y santos desde hace siglos. A su vez, los resultados de los experimentos
con los REG del Proyecto Conciencia Global, indicarían que la influencia es
independiente del tiempo, pues se registraron alteraciones de los dispositivos
con antelación al evento con el que los investigadores las relacionan.
Estas afirmaciones son contrarias al sentido común, pero la relatividad
muestra que el concepto de simultaneidad no es universal, y que el pasado y el
futuro pueden coexistir con el presente: los observadores en diferentes marcos
de referencia tendrán diferentes percepciones de cuáles eventos están en el
futuro y cuales en el pasado, cada uno tendría un flujo de tiempo diferente en
lugar de un momento presente único para todo el universo (ver http://en.wikipedia.org/wiki/Block_Theory_of_the_Universe).
También en el mundo cuántico el espacio-tiempo se distorsiona formando la
“espuma cuántica”. El tiempo como lo conocemos carece de sentido en distancias
infinitesimales, inferiores a la distancia de Planck (1,6 x 10–35
metros) y más breves que el tiempo de Plank (5.391×10–44 segundos)
Estas anomalías temporales pueden entenderse si consideramos al tiempo
como una dimensión fractal, no lineal. En este reino de lo infinitamente
pequeño, el tiempo se comporta de manera diferente a lo que se podría esperar
desde el sentido común.
Las partículas y entidades del mundo subatómico, las puntas del iceberg
que emergen del océano hiperdimensional, quizás estén mostrando en sus procesos
un indicio de lo que sucede en el hiperespacio, en otros reinos de existencia.
Como dijo Einstein “La diferencia entre pasado presente y futuro es pura
ilusión”. Entonces, ¿qué condiciones circunscriben el accionar del tiempo?
¿Están todas las dimensiones influenciadas por el factor temporal o es
concebible que exista un espacio de existencia fuera del tiempo?
La relación entre la dimensión temporal y las dimensiones espaciales
parece ser diferente en cada entorno. El indisociable espacio-tiempo en el que
estamos inmersos puede ser solo un caso especial, una condición local de
nuestro universo tridimensional, mientras que el entorno hiperdimensional que
lo contiene parece habilitar condiciones diferentes. Quizás incluso hay más de
una dimensión temporal, que genera planos y espacios temporales con infinidad
de líneas y posibilidades. Nuestra “línea” temporal (o dimensión temporal) podría
ser solo una arista de un poliedro temporal multidimensional que se extiende en
el hiperespacio, del cual nosotros solo podemos experimentar una fracción: el discurrir
unidireccional continuo e inexorable del pasado al futuro a una velocidad de un
minuto cada 60 segundos. Esta percepción nuestra del tiempo sería apenas una
pobre distorsión de las posibilidades de la naturaleza del tiempo, apenas una
sombra tenue en las paredes de la caverna Platónica.
Se están desarrollando teorías físicas con más de una dimensión temporal,
como la que postula Bars (2007), quien encontró indicios de una física con “dos
tiempos” en la llamada teoría M, que abarca las teorías de cuerdas. Con dos
dimensiones, el tiempo se convierte en un plano y esto habilita toda una serie
de situaciones impensables si se considera la existencia de un único marco
temporal universal, como por ejemplo los viajes en el tiempo y la posibilidad
de observar “desde lejos” los diferentes puntos de una línea temporal,
lo cual daría sustento teórico a la posibilidad de la precognición. Bars afirma
que las dimensiones temporales son más que meras suposiciones matemáticas, que
están ahí afuera y que son tan reales como las que experimentamos directamente (Chown, 2007)
Aún no hay
consenso acerca de la relación de estas múltiples direcciones temporales con el
tiempo convencional, pero algunos enfoques más filosóficos ofrecen propuestas
interesantes.
Dunne (2008)
describe una ontología en la que hay una jerarquía infinita de mentes conscientes,
cada uno con su propia dimensión de tiempo y capaz de
ver los eventos en las dimensiones de tiempo inferiores desde el exterior.
Bennett
(1997) postula un universo con
tres dimensiones temporales, a las que él llamó tiempo, eternidad, e hyparxis. El primero
es el tiempo secuencial cronológico que nos es familiar. Las dimensiones de la
eternidad e hipertiempo, llamado hyparxis, tienen propiedades distintivas. La
eternidad se podría considerar el tiempo cosmológico o tiempo “atemporal”.
Hyparxis se supone caracterizado por la potencialidad, por las posibilidades de
que algo suceda, un carácter que se evidencia en el ámbito de los procesos
cuánticos.
Relacionado
a estos enfoques multitemporales, Ross (1994)
plantea que “Dios no estaría confinado en el tiempo, como sí lo está el
universo”. Con “dos dimensiones temporales, el tiempo se convierte en un plano con
tantas líneas y tantas direcciones como uno quiera”. Por ejemplo una línea
temporal curvada sobre sí de manera que sus extremos se toquen, una línea
trazada sobre una superficie esférica exterior al universo. Esta línea temporal
nunca cruzaría o tocaría la línea temporal de nuestro universo, por lo que una
entidad que habite en esa superficie no tendría comienzo ni fin. Tres o más
dimensiones temporales generarían espacios temporales con posibilidades aún
mayores, al habilitar superficies temporales más complejas (ver http://www.cosmicfingerprints.com/audio/newevidence.htm).
Dándole un
giro más a esta idea podríamos pensar que una superficie con dicha línea
temporal alternativa podría ser omnipresente a nuestra realidad tridimensional,
como sucede en el modelo del plano cercano y paralelo a la superficie de
Flatland, al que sólo puede ingresar la parte superior (equivalente a la
conciencia) del cuerpo de los seres planos. Quizá esta pueda ser una situación
análoga a nuestra realidad, en la que la conciencia y el alma permanecen en un
plano diferente, con otra línea temporal sin comienzo ni fin, y que se
encuentran condicionadas en lo temporal solo de manera circunstancial, mientras
estén asociadas al cuerpo sujeto a la línea temporal que conocemos.
Si las
conciencias (ya sea la divina o la humana) pueden observar la o las líneas temporales
(o las superficies temporales) desde “afuera” podrían ver eventos y
potencialidades del futuro y del pasado (o sea aquellas que podrían haber
sucedido si los acontecimientos hubieran tomado otro camino). Entonces, la
clarividencia y la precognición serían propiedades derivadas de las propiedades
de las tres dimensiones propuestas por Bennet, tiempo, eternidad, e hyparxis.
Por lo
pronto, hasta que la ciencia logre evidencia al respecto, la única constatación
de que esto podría ser así es la abundante información canalizada
por diferentes mediums, canalizadores, clariaudientes. Por ejemplo, según
Carroll (2011), canalizando a la
entidad no encarnada conocida como Kryon, afirma que “el Espíritu [o el reino
espiritual y las entidades que lo habitan] está en un estado cuántico, donde el
tiempo no avanza, como sucede para ustedes. Así que, incluso mientras hablamos,
sabemos de los potenciales que pueden ocurrir en lo que podríamos llamar un
tiempo futuro. Pero para nosotros no es el futuro, sino simplemente una sopa de
los potenciales [observadas en simultáneo]. No hay garantía de que así será.
Para nosotros un gran potencial es lo que se podría llamar el lienzo de lo que
podría suceder. ¿Ven cuál es el catalizador aquí? Es la libre elección humana.”
(ver http://www.kryon.com/k_channel11_tucson.html)
En base a
esta idea de un marco temporal diferente, eterno y flexible, independiente al
continuo devenir que experimentamos, y de acuerdo al concepto de dimensión
espacial, también es concebible la existencia del alma y las entidades
espirituales “encarnadas” y “no encarnadas”: pensemos en la existencia de
“branas” flotando en un “megaverso” que contiene nuestro universo. Una entidad
espiritual sería un tipo de brana asociada a un organismo biológico a través de
las partes hiperdimensionales del ser vivo (la parte oculta del iceberg).
Weiss (1997),
quien también registró información canalizada por sus pacientes en trance,
afirma que nuestro cuerpo es sólo un vehículo mientras nuestra alma está en
este mundo y que nuestra vida en la
Tierra es apenas un lugar entre otras dimensiones. Y Pim van
Lommel, concluye que “nuestra conciencia no es más que un retransmisor para
esta dimensión de nuestro ser. Es como una radio que, mientras vivimos aquí,
sintoniza con este universo. Nuestra muerte sólo es un cambio de conciencia,
una transición. Sólo morimos en una dimensión para pasar a otras”.
Parafraseando
al paleontólogo y filósofo francés Teilhard de Chardin (1982), quien dijo que somos
“seres espirituales teniendo una experiencia humana”, se podría afirmar que
"somos seres hiperdimensionales teniendo una experiencia
tridimensional".
Nuestra
percepción de la realidad es limitada e incapaz de dar cuenta de manera directa
de todo lo que existe. Vale decir que la realidad no está únicamente
determinada por las tres dimensiones espaciales conocidas más la dimensión
temporal, sino que existen dimensiones espaciales adicionales que deben tenerse
en cuenta para lograr una concepción completa de la realidad, a los fines de
comprenderla en muchos aspectos.
6. Un experimento
Se pueden
plantear experimentos similares a otros realizados
sobre telepatía –como la técnica Ganzfeld (The Telepathy Debate, 2004)– para
comenzar a explorar los límites de la supuesta capacidad de las personas
para acceder al hipotético cuarto entorno y sus potenciales aplicaciones. La
idea es recolectar datos a través de un cuestionario estructurado, partiendo de
una hipótesis de que todos los seres humanos somos potencialmente capaces de
acceder a una fuente común de información en forma inconsciente.
El
cuestionario debe plantear preguntas de opción múltiple sobre un tema que el
entrevistado desconozca. Éste debe contestarlas apelando no al razonamiento
sino al presentimiento, optando por la respuesta que, según su convicción, es
la acertada. Para evitar la intervención de algún proceso de razonamiento más
profundo posiblemente se obtengan mejores resultados si el entrevistado
responde rápidamente. Luego se analizan estadísticamente las respuestas de los
entrevistados para determinar si la tasa de éxito se condice con una
significancia superior a la esperable por azar. De ser ese el caso, se podría
inferir que los entrevistados respondieron acertadamente no por casualidad sino
por otra causa, que podría ser la de haber dado con la respuesta al acceder a
alguna fuente de información externa a través del cuarto entorno. El principal
inconveniente de una encuesta explicativa consiste en no poder demostrar una
relación exacta de causalidad entre la causa y el efecto, sino simplemente la
existencia de una relación entre ambos, pero sucesivos estudios permitirían
precisar más la naturaleza de dicha relación.
Las preguntas
deben referirse a un tema muy específico y desconocido por el entrevistado,
para así reducir la posibilidad de que conozca de antemano las respuestas o
pueda deducirlas apelando a información previa. Siguiendo esta premisa, para
diseñar un experimento se podrían hacer preguntas sobre un campo de estudio
novedoso que incluso permitiría determinar si el entrevistado obtiene
información conocida por alguien en algún lugar del mundo, o si, en cambio,
accede a información totalmente desconocido por la humanidad. Se podría basar
el experimento en un cuestionario sobre la búsqueda de planetas fuera del
sistema solar (también llamados exoplanetas o planetas extrasolares).
Se trata de una rama de la astronomía que presenta grandes avances desde mediados de la década de 1990, cuando se descubrió el primer planeta en órbita a otra estrella. Desde entonces se confirmó el descubrimiento de casi 800 planetas en torno a más de 600 estrellas (ver http://exoplanet.eu/catalog.php). Las estrellas investigadas poseen uno o varios planetas y se descubren nuevos planetas cada mes.
Se trata de una rama de la astronomía que presenta grandes avances desde mediados de la década de 1990, cuando se descubrió el primer planeta en órbita a otra estrella. Desde entonces se confirmó el descubrimiento de casi 800 planetas en torno a más de 600 estrellas (ver http://exoplanet.eu/catalog.php). Las estrellas investigadas poseen uno o varios planetas y se descubren nuevos planetas cada mes.
Luego se
analizan los resultados de las encuestas y se evalúa la significancia
estadística para ver si los aciertos superan lo que se espera por azar.
Dependiendo del rango definido, se puede estimar la probabilidad de que
acierten por azar. Contabilizando las respuestas de todos los entrevistados, las
estrellas “control” deberían mostrar un patrón aleatorio. Si las estrellas
reales también lo muestran, se puede concluir que los entrevistados no pudieron
obtener la información correcta. Si los aciertos son significativos, podrían
sugerir la intervención de algún proceso telepático o de otra índole.
Pero vayamos más lejos: supongamos que en el listado se incluye una estrella bajo estudio pero en la que aún no se han detectado planetas (por ejemplo Alfa Centauri A). Si se observa que un importante porcentaje de los entrevistados coincidió en indicar la existencia de un planeta en una posición específica en torno a dicha estrella, se podría argüir que dicha coincidencia indica que probablemente haya un planeta en esa posición, aunque aún nadie lo sepa. Supongamos que posteriormente se descubre un planeta ubicado en dicha posición y se trata, efectivamente, del planeta de mayor masa del sistema. Entonces se podría sugerir, como posible explicación, que los entrevistados manifestaron precognición al acceder a información aún desconocida, o que es posible acceder –tal vez a través del hipotético cuarto entorno– a más información que la conocida por los seres humanos, ya que la percepción de un planeta en torno a otras estrellas es algo que está absolutamente fuera del alcance de los sentidos y que los entrevistados no pueden deducir del conocimiento existente. Esta comprobación parece improbable pero no lo es. Este artículo fue escrito a principios de 2012, y el experimento proponía a Alpha Ceuntari B (en vez de A) como estrella control, ya que no tenía planetas conocidos. Sin embargo, pocos meses después, en octubre de 2012 se descubrió un planeta en torno a esa estrella, por lo que hubiera sido un candidato excelente para comprobar el fenómeno bajo estudio. Por eso ahora propongo a Alpha Centauri A (la estrella compañera de Alpha Centauri B) que también está siendo escrutada en busca de planetas, y en caso de tenerlos probablemente serán descubiertos en uno o dos años.
Pero vayamos más lejos: supongamos que en el listado se incluye una estrella bajo estudio pero en la que aún no se han detectado planetas (por ejemplo Alfa Centauri A). Si se observa que un importante porcentaje de los entrevistados coincidió en indicar la existencia de un planeta en una posición específica en torno a dicha estrella, se podría argüir que dicha coincidencia indica que probablemente haya un planeta en esa posición, aunque aún nadie lo sepa. Supongamos que posteriormente se descubre un planeta ubicado en dicha posición y se trata, efectivamente, del planeta de mayor masa del sistema. Entonces se podría sugerir, como posible explicación, que los entrevistados manifestaron precognición al acceder a información aún desconocida, o que es posible acceder –tal vez a través del hipotético cuarto entorno– a más información que la conocida por los seres humanos, ya que la percepción de un planeta en torno a otras estrellas es algo que está absolutamente fuera del alcance de los sentidos y que los entrevistados no pueden deducir del conocimiento existente. Esta comprobación parece improbable pero no lo es. Este artículo fue escrito a principios de 2012, y el experimento proponía a Alpha Ceuntari B (en vez de A) como estrella control, ya que no tenía planetas conocidos. Sin embargo, pocos meses después, en octubre de 2012 se descubrió un planeta en torno a esa estrella, por lo que hubiera sido un candidato excelente para comprobar el fenómeno bajo estudio. Por eso ahora propongo a Alpha Centauri A (la estrella compañera de Alpha Centauri B) que también está siendo escrutada en busca de planetas, y en caso de tenerlos probablemente serán descubiertos en uno o dos años.
Este es un
incipiente y emocionante campo de estudio que aún necesita muchos aportes para
poder comenzar a elaborar teorías consistentes que den cuenta de todos los
fenómenos bajo análisis, pero ya se están dando los primeros pasos en esa
dirección. Es un espacio fecundo para desarrollos novedosos en múltiples áreas
del conocimiento, si nos atrevemos a observar la realidad desde una nueva
óptica, crítica, creativa y abierta, que contribuya a replantear algunas
concepciones y pensar nuevas posibilidades.
“La gente llama ideas peligrosas a las ideas
nuevas. Bien mirado una idea nueva es rarísima y es la respuesta de la
inteligencia a una necesidad humana nueva. De ahí que las ideas peligrosas son
las únicas ideas necesarias. Claro que, hablando con sinceridad, el que corre
verdadero peligro cuando aparece una nueva idea es su inventor.” –Abelardo
Castillo (1997)
REFERENCIAS
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- Castillo, A. (1997). Ser escritor. Buenos Aires: Seix Barral.
- Chamblin, H.A., Ashbourn J, Herdeiro, C. (1996). M-theory, the theory formerly known as strings [Extraído de http://www.damtp.cam.ac.uk/research/gr/public/qg_ss.html].
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- Van Lommel, P. (2012). Conciencia más allá de la vida. Madrid: Atalanta
- Weiss, B. (1997). Muchas vidas, muchos maestros. Barcelona: Editorial B.
ResponderEliminarEl Espacio en sí, también denominado Espacio Abstracto Absoluto, es una especie de matriz de creaciones, dentro de la cual podrían coexistir muchas dimensionalidades, potencialmente similares a nuestra dimensionalidad, integrada por tres dimensiones geométricas, más el tiempo, que NO es una dimensión geométrica, sino un vector cuasidimensional, que Einstein, no sabemos por qué razón, asumió como una dimensión geométrica, hasta el punto de que hay científicos que han propuesto la Cuarta Dimensión Geométrica como “la Quinta”, debido a que el tiempo es tomado como una dimensión, cundo realmente es un vector cuasidimensional, imprescindible para ubicar los objetos/acontecimientos en nuestra dimensionalidad. Es también erróneo denominar las dimensionalidades “niveles” o “planos”, pues las mismas coexisten dentro del Espacio en Sí, dependiendo su percepción del desarrollo de la conciencia y del Sentido Espacial, que en nosotros se encuentra, normalmente, subdesarrollado.
La dimensionalidad de los cuerpos, y esto puede plantearse como una hipótesis de trabajo, es función de su longitud de Onda Cuántica o “Lambda Cuántico”, y para redimensionar un cuerpo es necesario aplicarle una energía muy grande, que puede ser de origen psíquico: una vez se le aplica la energía debida, se crea un “Microportal Dimensional” y el cuerpo se desaparece, entrando a lo que podría asociarse con los llamados “Puentes de Enstein-Rossen”. Es exactamente lo que ocurre en los agujeros negros, dada la gran cantidad de energía asociable a la altísima concentración de masa.
El tema es muy largo, por lo cual vamos a dejarlo hasta aquí.
Miguel Paz Bonells
Savonarola01@gmail.com
Maracaibo, Venezuela
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